miércoles, 28 de abril de 2021
El abrazo que perdimos (pinceladas y cadenas)
lunes, 29 de marzo de 2021
La bufanda y el vino.
La Yaya no sabía de amores intangibles.
Ella quería a golpe de tableta de chocolate, libertades de merengue y abrazos de batín.
Le costaba entender mi extraña devoción por la Real, pero tejió mi primera bufanda blaquiazul, y encargó esta botella en el horno de la Consuelo, siempre a la vanguardia de los productos personalizados.
Aquel David con pelo y en escala de grises, todavía soñaba en color.
Veinticinco años después, he aprendido a soñar en blanco y negro, aunque trato de respirar, de vez en cuando, en colores vivos.
Me quedan, ya, pocas verdades sin caducar, pocos misterios por resolver.
Uno de ellos habita dentro de esta botella:
¿A qué demonios sabrá el vino?
Este sábado, posiblemente, lo descubra, Yaya.
Aúpa la Real.
#Microcuento #MiFinalDeCopa
jueves, 10 de diciembre de 2020
El año sin Pato
No me creerías.
Si te contara, Pato, la travesía que emprendió la vida,
justo después de tu marcha, no me creerías. Saldrías con una de aquellas
greguerías tuyas, tan personales, tan bien afinadas.
Asumiré que andas por la grada de Atotxa, micrófono en mano.
Que desde allí, nos ves.
Te habrá gustado comprobar hasta qué punto sigue en pie la última
peña que apadrinaste:
Pato Txuri Urdiñaren Lagunak.
Ahí andamos, cada domingo, sufriendo juntos. Y cada jueves.
Qué manera de disfrutar con la Real. Y cómo impone ver por la televisión, cada
partido, el campo vacío. Ahora escuchamos los gritos de los futbolistas, las
arengas de Imanol, el silencio que precede al gol, el gol de los utileros y los
suplentes. Anoeta se ha mudado a nuestras casas, y la Real vive en cada
comedor.
Tú sabías que el fútbol es tan solo un juego. Que lo
importante habita en los aledaños del negocio, del ruido, del circo mediático.
Sabías que la Real es la gente que la sueña, nada más y nada menos. Y vaya si
soñamos.
Cómo contarte…
Apenas tres meses después de tu marcha, llegó la final que
tantas veces se nos escapó. Por fin, después de aquel maldito marzo de 1988, la
Real alcanzó de nuevo la final de Copa. Contra el Athletic, nada menos. Y
después de ganar al Madrid en el Bernabéu, a partido único, por 3 a 4. Jugamos la semifinal contra el Mirandés, y aquella noche de Anduva, el grupo de
WhatsApp explotó de ilusión.
¡Cuánto nos acordamos de ti!
Ya teníamos el viaje a Sevilla planeado y todo, Pato. Pero
una semana después, el mundo que conocíamos reventó en mil pedazos. Confío en
que allá donde estés, te habrán llegado ecos de este desastre, porque si
tuviera que explicarte bien cómo ha sido el año que ahora termina, esta carta
sería interminable. Y aquí andamos, todavía. A medias con la vida, el aliento
contenido y los corazones cansados. Pero en pie, apoyados en la esperanza que
nos han regalado los científicos, y abrazados al consuelo que cada semana nos
regala la Real, nuestro resquicio de ilusión.
…
Qué manera de jugar al fútbol, amigo.
Te vas a pensar que nos hemos vuelto arrogantes, los de la
Real. Cómo podría contarte que ahora, el número 21 txuri urdin lo viste, nada
menos, que don David Silva. El de verdad, no es un sobrino lejano. Y cómo pelea
y juega al fútbol el canario. Debió de intuir que en ningún sitio del mundo iba
a estar mejor que en Donosti, porque de repente, una noche de verano nos
anunciaron que había fichado por la Real.
También está con nosotros Monreal, y continúa Míkel
Oyarzábal, menudo capitán. Y Míkel Merino, y Portu, y Januzaj, y Zubimendi, un
chaval que apuntaba maneras en el Sanse y ahora nos recuerda a Xabi Alonso.
Palabras mayores. Y Gorosabel, que parecía un suplente de guardia y se ha
convertido en un lateral fantástico. Y Barrenetxea, y Guridi, y Merquelanz, y
Aritz, y Le Normand, y Zaldúa, y Zubeldia, y Guevara, y William José, y también
Isak. Es que hasta Sagnan parece que puede funcionar.
Solamente se fue Martintxo, y estamos seguros de que lo hizo
con algo de pena.
Hoy, precisamente, jugamos en Nápoles, en un estadio que
ahora se llama Diego Armando Maradona (seguro que el mito ya ha revolucionado
el cielo).
Solo vale la victoria para pasar de fase y todos pensamos
que es posible.
No te digo más.
Parece que te oigo, con tu voz de radio, siempre a tono con
la sonrisa que se intuía en el teléfono:
“Ahora en la Real todo el mundo canta, mientras David Silva,
y en Bilbao lloran”.
O algo así.
No me negarás que habrías salido con alguno de esos chistes
malos, tan buenos, que inventabas al vuelo.
Tenemos pendiente la reunión del grupo, para celebrarte,
Pato. Para acordarnos de que un día te empeñaste en que unos y otros supiéramos
de la existencia de los demás. Parece que en los próximos meses, la vida
volverá a parecerse a aquella que conocimos. Eso nos cuentan los científicos.
Todos los aficionados soñamos todavía con esa final que quedó en el limbo de
este trastabillado 2020. Nos han contado que es posible que se juegue en abril,
ojalá que con algo de público en las gradas. En cualquier caso, Pato, lo de esa
Real Sociedad promete un regreso a gestas de otro siglo.
Nadie se atreve a decirlo en voz alta, ya sabes cómo somos
los de la Real. Pero ninguno podemos evitar el sueño alzado: el más grande de
los pequeños, el más pequeño de los grandes ¿recuerdas?
El que más y el que menos, se teme que cuando llegue esa
final anhelada, igual tenemos que salir con los suplentes, Pato. Porque lo
mismo nos estamos jugando la liga.
Este juego de palabras y quimeras también lo hubieras
firmado tú ¿a que sí?
No te olvidamos, amigo.
Te fuiste, pero quedándote.
Aúpa la Real.
David Sáez
sábado, 18 de abril de 2020
Perdonen la tristeza
Perdonen la tristeza.
Desde que aprendí a andar, he sido de tropezón fácil, porque casi siempre anduve imaginando futuros recién pintados y un ayer pasado a limpio para cada día. En mis ensoñaciones, he inventado canciones sin partitura, besos improbables y realidades estadísticamente imposibles. E intercalados entre mis delirios, he construido decenas de partidos de fútbol, narración infantil incluida, todos con final feliz.
Les aseguro que no pierdo de vista lo fundamental, pero me van a perdonar la tristeza, mi nostalgia peor.
Ya en la cama, con una Copa de menos y dos de más, imaginaré la jugada ideal, con el tiempo cumplido: Xabi Prieto (que volverá a jugar para mí) inventará un regate de seda junto al banderín del córner. Segundos antes, Arkonada habrá parado un penalti. Lanzará el balón al cielo de Atotxa y Darko Kovacevic lo bajará del cielo para dejárselo a Mikel Oyarzábal, que lo cederá a Zamora, siempre Zamora. Tocarán la pelota todos mis dioses infantiles, y el centro definitivo de Xabi lo remataré, quizás, yo mismo, a portería.
lunes, 13 de abril de 2020
Pinceladas y cadenas (Rodeno)
Rodeno
Febrero de 2020.
martes, 10 de diciembre de 2019
miércoles, 6 de junio de 2018
Coplas, cuartetas y canciones
Coplas, cuartetas y canciones.
Alba de abril
Verano de 2016.
Para Julio
Homenaje a Julio noviembre 2019.
Tu recuerdo
San Antón
Albarracín
(En recuerdo de Antonio Sáez)
(En recuerdo de Enrique Bernad)
(En recuerdo de Vidal Valero)
Homenaje a Pedro Fuertes 2-1-2016
(En recuerdo de José Fuertes)
martes, 10 de mayo de 2016
Reseña de Ana Ubé para la Presentación de Pídeme un deseo (19-4-2016)
Ver vídeo de la presentación
PÍDEME UN DESEO de DAVID SÁEZ
Buenas tardes. Me siento muy honrada de estar hoy aquí y poder participar en la presentación del libro Pídeme un deseo de David Sáez, merecedor del premio literario de Éride Ediciones de este año.
Agradezco la deferencia que el autor ha tenido hacia mí al proponerme presentar su libro. Conozco a David desde que era un chiquillo, y estudiaba en el Colegio de la Salle de Teruel. Lo veía en casa de mis suegros, sus tíos, y siempre me había parecido un muchacho muy despierto, con una mirada curiosa, educado y considerado con todos. Le perdí de vista un tiempo y le volví a encontrar ya licenciado en psicología, padre de familia, excelente profesor, buen profesional y al poco también estrenándose en las lides de escritor, senda por la que ha seguido día a día superándose, acaparador de más y más ediciones y ya de premios, como es el caso de esta novela, Pídeme un deseo; pero sobre todo, al volverlo a encontrar, lo que más alegría me dio fue comprobar que seguía siendo una gran Gran Persona.
Alejándome ahora de los aspectos más personales y familiares voy a hablaros a continuación de algunas de mis impresiones como bibliotecaria y lectora de “Pídeme un deseo”
El primer aspecto que quiero destacar es su vertiente ingeniosa y cómica. Hablaros del humor que destila. David nos hace este regalo desde el principio: el regalo de la risa. Nos permite, ya desde lo que él ha titulado Prefacio, sumergirnos en un mundo surrealista en el que la ironía campa libremente por cada uno de los recovecos de la novela.
Decía Henri Bergson que para que lo cómico produzca efecto exige algo así como una momentánea anestesia del corazón. Se dirige a la inteligencia pura. Y en efecto, anestesiados paradójicamente por la advertencia que ya desde las primeras frases del libro nos pone sobre aviso, entramos en el universo excesivo y excéntrico de Agatha, Serafín, Eduardo, Eulogio… en la ensoñación miope de doña Mari Lucecita… en la enajenación sobresaltada de Doña Maria del Pilar de Zaragoza Madre del Amor Hermoso…
Ante nosotros van a desfilar en los diferentes capítulos del libro una serie de personajes absurdos, incluido Serafín, el supuesto autor de la obra que como aspirante a demiurgo pretende creer que es él quien hace bailar a todos los protagonistas a su capricho. Jugar con ellos como si fueran títeres, arrastrándolos, haciéndolos rodar por las pendientes de una historia que desde el principio se nos anuncia con un final cuando menos sorprendente ¿Qué ha sido de Bertín? ¿Qué ocurrirá con Agatha y su ardiente y levantisco Eduardo?
Como un excelente caricaturista David Sáez (y no Serafín) hace gesticular a todos los actores de esta historia, hablar, quejarse, rebelarse… nos hace asistir como lectores/espectadores al éxito de sus veleidades y a sus fracasos… Sin duda hay caricaturas que tiene más parecido que los retratos y David se sirve a la perfección de ellas para poner de manifiesto ante nosotros las contorsiones que él, como buen profesional de la psicología, observa día a día a su alrededor.
Y tiene mecanismos de sobra nuestro autor: sabe utilizar con destreza los artificios usuales de la comedia, la repetición periódica de una frase en bocas diferentes o de una escena vista desde otro recoveco, la inversión simétrica de los papeles, el desarrollo geométrico de los quid pro quo y tantas otras combinaciones que con la agilidad aparente del transcurrir de la vida va desgranando hasta el final del relato.
Reímos al principio, al medio y al final. No cambia el tono, no se produce el giro, ni el relato se transforma de pronto en melodrama, aunque surja la adversidad y se convoquen a una todas las fuerzas de la fatalidad. La ironía de un surrealismo ligero y ágil lo impregna todo, no deja resquicio al patetismo del lamento.
Sonriamos pues, pero no nos engañemos: nos dice también el filósofo que no hay nada cómico fuera de lo que no es propiamente humano, y he aquí la trampa: a la vez que nos reímos de algo o de alguien, como si de un espejo escondido se tratará, estamos riéndonos también del reflejo de nosotros mismos; porque, lo queramos o no, tarde o temprano nos acabamos reconociendo en alguna de las actitudes o de las frases de esos seres estrafalarios que se van colando en cada una de las páginas de Pídeme un deseo. Nos reímos de las ocurrencias de esos chiflados pero en su razonamiento extraviado percibimos una condición que de un modo quizás extraño o tal vez no del todo sorprendente nos toca las mismas fibras que todos compartimos, las más hondas, las más intangibles: la íntima y definitivamente humana.
Y en medio de ese universo de vértigo descubrimos que también es el mundo del padre sin nombre, de los sin memoria, de la madre que no ve, del reprimido, del obseso, del ofuscado, del que tiene miedo a soñar, a ser diferente, del que definitivamente no se atreve a ser libre, o ni siquiera a Ser.
Todo lo serio de la vida proviene de nuestra libertad. Los sentimientos que hemos madurado, las pasiones que hemos incubado y las acciones que hemos deliberado, determinado y ejecutado, lo que en suma, proviene de nosotros y es buen nuestro, eso es lo que da a la vida su aspecto más dramático y, en general, grave. ¿Qué es lo que haría falta para transformar todo esto en comedia? Habría que imaginarse que la aparente libertad encubre unos hilos y que, como dice el poeta, somos aquí abajo
…humildes marionetas
Cuyos hilos están en las manos de la Necesidad.
Este mecanismo resulta todavía más cómico cuando es circular y repetitivo como ocurre en Pídeme un deseo.
Y ese es el gran acierto de la obra de David.
¿Qué hay de tan humano y cercano en estos personajes a nosotros? ¿En estas caricaturas grotescas que aparecen y desaparecen en cada capítulo sin una queja? El mismo título nos lo indica: el Deseo
Deseo y Libertad van indisolublemente unidos.
Nos es así como lo conciben algunos reputados filósofos actualmente. Por ejemplo para Gilles Deleuze DESEO es ante todo “construcción”. Para este entusiasta profesor “la vida es aquello en lo que nos encontramos metidos, lo que nos empuja. Es más fuerte que cualquiera, porque nace más acá de nosotros y nos lleva más allá de nosotros. Un flujo, una corriente, un viento. La vida, así vivida, es una vida gozosa, es una vida que se mueve por deseos y por alegría”.
Agatha, el atribulado personaje de nuestra novela al que se le cumplen todos los deseos, influenciada y sobre todo afectada por una cultura edificada sobre el árbol familiar según teorías psicoanalíticas (recordad los que hayáis leído ya el libro lo presente que siempre están la familia y su pasado) llega en un momento dado a no querer desear más, se niega a desear. Se siente culpable. La cultura arborescente, que desde tiempos de Freud se nos ha inculcado a todos en mayor o menor medida, le está recordando una y otra vez su carga genética: lo que eres es lo que eres.
Si el objeto de su afán no hubiera sido su cuñado y profesor de filosofía Eduardo sino el vitalista profesor Deleuze, éste le habría hecho comprender mucho antes del final de la novela como el inconsciente es una auténtica fábrica y que el deseo es producción que no se define por la carencia ni por el juicio trascendente. Lo difícil, pues, no es conseguir lo que se desea sino que lo auténticamente complicado es saber desear. Porque desear implica la construcción misma del deseo: pronunciarse sobre que mandato se prefiere, a que mundo se aspira para que sea el mundo que te conviene… el deseo se convierte de esta manera en el resultado de desear, es un resultado y es en sí mismo siempre virtuoso. Visto así, ya no hay juicio exterior a la vida y al deseo.
Y en esas se ven nuestros personajes de Pídeme un deseo. Entre broma y broma, entre susto y susto o felación y felación Ágata ira descubriendo que el modelo rizoma es mucho más gozoso y comporta más alegrías, ya que no pretende saber lo que uno es de una vez por todas. Si escuchará finalmente a Deleuze se cercioraría de que el deseo es plenitud, alegría, y que si algo falta, sin duda siempre se puede conquistar, lo que importa es saber desear.
Quisiera, ahora ya centrándome en la estructura de la novela, destacar un aspecto que me parece muy interesante y es la forma en que nuestro autor ha envuelto la historia.
Se trata de un recurso poco convencional: una suerte de monólogos de diferentes personajes que van contándonos la misma historia desde distintos puntos de vista, en los que ha incorporado incluso a Serafín, el supuesto escritor de la novela. En todo momento es una narración introspectiva, que juega con la subjetividad del lector, sin límites aparentes.
Este enfoque narrativo múltiple, asociado al humor irónico, a veces hasta corrosivo del que he hablado al principio, unido a la exaltación de los procesos oníricos y de semiinconsciencia, y como no a la efervescencia de la pasión erótica que recorre cada párrafo hacen que a menudo nos parezca estar leyendo una obra plenamente surrealista.
Termino ya… siento si les he cansado… lo cierto es que en la mayoría de las ocasiones, el análisis de una obra no es más que un cúmulo de conjeturas y suposiciones del estudioso que pretende encontrar su justificación en el texto.
Me quedan muchas cosas que añadir, pero sobre todo también muchas preguntas. Por ejemplo preguntarle a David el porqué de ese padre sin nombre, de esa mesa de los innombrables.
Saber el nombre de una persona sirve para algo más que llamarla. El tener nombre es además de un derecho fundamental de la persona, una fuente de poder, de magia, quizás el secreto más íntimo de cada ser humano. Lo que no le preguntaré a David es el nombre de su personaje, del padre de Eduardo, no sea como el del malévolo enano de los hermanos Grim… ¿al final era "Rumplestilskin" su nombre?
Termino ya, de verdad. Ahora al que hay que escuchar es a David, al que voy a dar paso inmediatamente, él nos contará mucho y nos contará además muy bien, como lo sabe hacer cuando escribe.
Ha sido un placer leerte y un privilegio hacer la presentación de tu obra.
Enhorabuena David y mucha suerte siempre
Ana Ubé
Centro Asociado de la UNED en Teruel
19 de abril de 2016.
miércoles, 13 de abril de 2016
Publicaciones
PREMIO ÉRIDE EDICIONES 2016
(Ex aequo junto a "Ojos de aguas quietas", de Carmen Cordero Amores)
Ver vídeo de la presentación
Leer Reseña en Diario de Teruel.
Pinceladas
- ¡Alegría, alegría! ¡Feliz cumpleaños, cariño!
En mi casa era normal que nos arrojáramos objetos a la cabeza cuando nos poníamos colorados, así que yo pensé que me estaba haciendo mayor y ya era tiempo de que me iniciara con el agua congelada."
Ya a la venta en http://libritienda.com/1253-p%C3%ADdeme-un-deseo.html…
Como suelo hacer, he empezado mi narración con una frase rotunda, brillante y lapidaria. Todos los amores son imposibles. Qué bonito ¿eh? Y qué gran verdad. Esta obra maestra de la literatura erótica gira enteramente alrededor de una felación clandestina e inmoral. Y toda felación, por inconveniente que sea, tiene un porqué, que yo voy a tratar de aclararles. Por un lado está Ágata, criatura angelical, inocente, frustrada y protagonista de esa caricia alrededor del pene de su cuñado. Por el otro Eduardo, entonces cuñado de Ágata, dueño de un pene de doce centímetros de largo por doce de circunferencia y beneficiario de La Felación. Ninguno de los dos podría explicarles al detalle las verdaderas razones de lo sucedido, entre otros motivos porque a mí no me da la gana. La ventaja de ser un narrador omnisciente es que Dios viene a pedirnos consejo de vez en cuando. Manejamos una perspectiva infinita, conocemos los matices de cada sensación, trauma o deseo de los personajes, y claro, desde esta atalaya podemos comprender y explicar cualquier cosa. Los pobres individuos, reales o inventados, solo tienen acceso a sus pensamientos. Y si a un personaje le pica el culo con la intensidad que a veces pica el culo, no va a ser capaz de aclararnos nada, porque su mente inalienable se lo impide. Solamente será capaz de decirnos que le pica el culo. Comprenderán mi determinación innegociable de extirpar el libre albedrío a todos los personajes de esta novela. No puedo dejar esta obra suprema en manos de unos ignorantes."
He pensado:
Joder, ya está.
La tengo pequeña. Si no ¿por qué siento vergüenza a la primera fantasía sexual?
Y digo yo: si un escritor tiene todo el poder para dibujar a sus personajes a su antojo…
¿Por qué no regalarme un pene descomunal?
¿Qué más le da a él?"
Pídeme un deseo. Eduardo. Página 14.
Ya a la venta en Libritienda
Más información y venta
En octubre de 2007, terminé mi primer relato de más de 10000 palabras. Después conseguí escribir El primer otoño, una novela que me sirvió para aprender a escribir novelas. Más tarde llegó No es tan fácil morir, la que ha de ser por siempre mi ojito derecho.
Eladio, el Pegotes, la Loles, África, Caridad, Conce, Ernesto, Aurelio, Leandro... todos ellos han alcanzado la existencia, sobre todo, porque unos años antes encontré la voz narrativa de la mano de Pánfilo, un personaje esperpéntico, delirante y absurdo como la vida misma.
Esta historia fue el primer texto.
Todavía me hace sonreír cada vez que lo releo. Por eso he querido que se convirtiera en un libro para que todos podáis disfrutarlo.
En junio de 2014 salió a la luz, con la complicidad ya imprescindible de Éride Ediciones.
Espero que os guste.
(dos primeros capítulos)
Capítulo segundo.
¿Qué criterios sigue el pensamiento, que siempre se posa en lo circunstancial?
P R Ó L O G O
Gracias a todos por estar ahí .De todo lo que habéis publicado en estos dos años en las páginas promocionales del libro, me voy a quedar con un mensaje enviado por Javier Solana Rodriguez, lector de un pueblo al norte de Madrid en noviembre de 2011, que consiguió emocionarme en nombre de todos vosotros. Decía así:
"Estimado David, el motivo por el cual me dirijo a usted es para mostrarle mi mas sincero agradecimiento y admiración porque acabo de leer su libro "El primer otoño".
Sin ánimo de aburrirle me gustaría darle un par de pinceladas sobre mi vida para que entienda por que me ha calado tan hondo este relato:
Tengo 39 años, vivo en un pueblecito del norte de Madrid y este verano hemos cumplido el vigesimo-cuarto aniversario de la fundación de nuestra peña, "Es lo suyo". Incluso nuestras fiestas también son en Septiembre, lo que me hace coincidir con Eladio hasta en el sentimiento del verdadero final del verano que intentamos estirar como un chicle hasta el 20 ó 22 de Septiembre. Ahora que todos tenemos niños las fiestas las vivimos de otro modo (aunque seguimos dandolo todo, al menos durante un fin de semana), pero lo que me ha parecido increible ha sido descubrir que alguien (a quien no conozco) ha escrito las paginas de mi diario correspondiente a mis 17 años, justo en 1989. Solo tengo que cambiar los nombres de los personajes y encajan a la perfección en mi vida, porque ¿quien no ha tenido en el grupo de la adolescencia un "pegotes"? tan sobrado y seguro de si mismo. ¿Un verdadero amigo como Jaime?, ¿Una Loles? en la que podiamos encontrar el equilibrio del alma pero que por tenerla delante de nuestras narices no lo veiamos. Y por desgracia y por ventura ¿quien no ha tenido / sufrido con una Africa? Esa tormenta de sentimientos encontrados, esa inseguridad propia de la edad, esa capacidad para hacer por ella las mayores proezas y los mas grandes ridículos o absurdos..... pero que son fundamentales tanto para madurar como para enriquecer nuestra experiencia vital.
En definitiva, aparte de sentirme plenamente identificado con los sentimientos de Eladio, con su entorno rural, con los trepidantes dias de fiestas en los que se ambienta la obra, con el choque generacional (me parece buenisima la frase " él solo compartia con sus padres el planeta y el siglo en el que le habia tocado vivir").... también tengo que decirle que hay pasajes como el de las ofrendas al ponche con el que me he reido a carcajadas ( ¡ todo coincide con la realidad !
Como despedida le diré que tengo intención de conservar este libro de un modo especial porque si algún día (y Diós no lo quiera) me olvido de lo que es ser adolescente siempre podré releer "El primer otoño".
Un vez mas, muchas gracias."
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Leer artículo de Francisco Lázaro Polo y prólogo a la II Edición.
Reseña en Paperblog. Leer
Reseña en compartelibros.com
Diario de Teruel
Presentación de El primer otoño, parte II
Presentación de El primer otoño, parte III