viernes, 25 de noviembre de 2011

Filias

Saint-Exupéry




De tal manera, si les decimos: "La prueba de que el principito ha existido está en que era un 
muchachito encantador, que reía y quería un cordero. Querer un cordero es prueba de que se existe", las 

personas mayores se encogerán de hombros y nos dirán que somos unos niños. Pero si les decimos: "el 
planeta de donde venía el principito era el asteroide B 612", quedarán convencidas y no se preocuparán 
de hacer más preguntas. Son así. No hay por qué guardarles rencor. Los niños deben ser muy 
indulgentes con las personas mayores.



El principito, de Antoine de Saint-Exupéry

lunes, 7 de noviembre de 2011

Querido ser humano


Cinco piezas de fruta o verdura al día:

A ver: si es verdura hay que pelarla, a veces cocerla y servirla en los platos. Según el gusto de cada cual, aderezarla con aceite y vinagre y picar la patata.
La patata es un tubérculo muy recomendable, pero engorda.
Si es fruta conviene comerla mientras pones una lavadora, que también hay que hacerlo una vez al día, como mínimo.

Al menos una hora de ejercicio aeróbico al día:

También se puede, pero si caminas con garbo, hay que contar con otros tres cuartos de hora. Al caminar, uno suda y la ropa coge olores. Hay que ducharse (con poco jabón, que estropea la piel) Después de la ducha conviene vestirse con ropa que debe estar ordenada en el armario, tarea olvidada por los científicos pero muy recomendable para vivir decentemente. 
Si optas por apuntarte a un gimnasio, hay que sumar el tiempo de los trayectos de ida y vuelta.

Lectura… ¿Pongamos también una hora?

Bueno, leer es alimentar el espíritu, pero como hemos tenido que hacer la comida, limpiar la casa, ayudar a los niños a hacer los deberes, reñirles, reconciliarse, planchar la ropa seca, plegar y guardar la ropa planchada, atender a nuestros 118 amigos de Facebook (normalmente es suficiente con decir que te gusta la foto de sus niños pringados de chocolate) … abrimos el libro al irnos a la cama y entonces nos entra el sueño.

Dormir:

Entre siete y nueve horas para funcionar bien.  
Cuando te desvelas piensas que al día siguiente comerás cinco piezas de fruta, andarás una hora, aprenderás por fin las veinte palabras en inglés que el profesor Mowrer recomienda memorizar cada día (la cuenta es clara: 20 x 50 = 1000) mejorarás en tu trabajo y por fin demostrarás lo que vales…

Tu trabajo:

Cuando tienes, te ocupa al menos ocho horas diarias, más los ratos sueltos en los que fantaseas con poder dejarlo y hacer lo que realmente te gusta.
Si no tienes, gastas la mitad del tiempo en lamentarte y la otra mitad en sentirte un inútil, hasta que te vienes arriba y te comes un melocotón (¡sólo quedan cuatro piezas!)

Los sabios también recomiendan viajar, aprender a bailar, a tocar un instrumento o a pintar acuarelas, relacionarse con los amigos y beber un vaso de vino con cada comida, disfrutar de la naturaleza, acudir regularmente al cine, al teatro o a la ópera, cantar las penas y compartir el tiempo libre con la familia.
No me apetece sumar, pero dudo mucho que salga la cuenta. O la tierra empieza a girar más despacio, o nos faltan horas para lograr dieta, rutina y plan de vida saludables. 
O nos sobran tareas diarias.
O todo es mentira.
O algo.


D.S

miércoles, 19 de octubre de 2011

dioses y Creyentes



Celebración de la eucaristía el día de la Virgen del Pilar

Lo que dijo el sacerdote:

Para que luego acusen de machismo a la Iglesia...
Hoy estamos celebrando a una mujer.
(silencio valorativo)
Si fuéramos machistas no celebraríamos a una mujer.

Mi opinión, desde el cariño:




La mujer está cansada de que celebren...

Su actitud sumisa
Su belleza
Su decencia
Su resignación
Su decoro
Su paciencia
Su bondad
Su entrega incondicional al hombre
Su entrega incondicional a la crianza de los hijos
Su conformismo
Su silencio
Su fidelidad
En la eucaristía, celebramos a una mujer...
Entre otras cosas, 
por su virginidad
...
Machista es el mundo
Machista es la historia
Machista es nuestra cultura
... 
Jesús no era machista
No sé por qué, pero creo que no le hicimos ni puñetero caso

D.S

lunes, 17 de octubre de 2011

Pinceladas



Querido Miedo...

Seré directo, claro y conciso:

Vete a la mierda.


Dibujo: Francis Ruiz Murria
(mi primo Francis)

viernes, 14 de octubre de 2011

Filias

La triste figura




"Aquí dio un gran suspiro Don Quijote y dijo: yo no podré afirmar si la dulce mi enemiga gusta o no de que el mundo sepa que yo la sirvo; sólo sé decir, respondiendo a lo que con tanto comedimiento se me pide, que su nombre es Dulcinea, su patria el Toboso, un lugar de la Mancha; su calidad por lo menos ha de ser princesa, pues es reina y señora mía; su hermosura sobrehumana, pues en ella se vienen a hacer verdaderos todos los imposibles y quiméricos atributos de belleza qeu los poetas dan a sus damas; que sus cabellos son oro, su frente campos elíseos, sus cejas arcos del cielo, sus ojos soles, sus mejillas rosas, sus labios corales, perlas sus dientes, alabastro su cuello, mármol su pecho, marfil sus manos, su blacura nieve; y las partes que a la vista humana encubrió la honestidad son tales, según yo pienso y entiendo, que sola la discreta consideración puede encarecerlas y no compararlas."


El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra

jueves, 13 de octubre de 2011

Pinceladas





Todo por la patria


La patria que yo amo es un beso soñado.
El abrazo de un niño,
un sueño robado.
Mi patria es la gente que vive mi vida,
que inventa mis cuentos
que ríe mi risa.
Su bandera es verde, añil y ambarina.
granate de ocaso,
anaranjada y lila.

El himno de mi tierra
es un tema de Sabina,
Una canción mezclada con humo de cantina.
Un gol de mi Real,
una cerveza fría.

La patria que yo amo es un beso olvidado,
la mirada de un niño,
un sueño velado.
Mi patria es un libro,
un cómic arrugado,
una palabra esquiva,
un día azulado.

Mi patria es la vida,
desnuda y plebeya.
Puestos a morir
moriré con ella.

D.S

lunes, 10 de octubre de 2011

Filias

La triste figura


"¡Oh Dulcinea del Toboso, día de mi noche, gloria de mi pena, norte de mis caminos, estrella de mi ventura, así el cielo te la dé buena en cuanto acertares a pedirle, que consideres el lugar y el estado a que tu ausencia me ha conducido, y que con buen término correspondas al que a mi fe se le debe!"

El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra.

lunes, 3 de octubre de 2011

Querido ser humano

"Yo hago lo mío y tú haces lo  tuyo. 
No estoy en este mundo para colmar tus expectativas, y tú no estás en este mundo para colmar las mías. 
Tú eres tú y yo soy yo. 
Y si por casualidad nos encontramos, es hermoso. 
Si no, no tiene remedio"

Fritz Perls

domingo, 2 de octubre de 2011

Querido ser humano

Sueños y desvelos



Desear.

(De deseo).
Aspirar con vehemencia al conocimiento, posesión o disfrute de algo.
Anhelar que acontezca o deje de acontecer algún suceso.
Sentir apetencia sexual hacia alguien.

Erotismo aparte.
No siempre se cumplen nuestros deseos
Por eso se llaman así.
Normalmente, alcanzarlos depende del azar y de la voluntad de otros.
Cumplir un deseo es mágico.

Necesitar.
(Del la. Necesitas, -atis).
Tener precisión o necesidad de alguien o algo. U.t.c.tr

Por tu salud…
No confundas el deseo con la necesidad.
Sueña, imagina… anhela.
Sin complejos.
Pero si has de necesitar…
Procura elegir aquello que dependa de ti.


D.S

domingo, 25 de septiembre de 2011

Pinceladas

Cada lágrima de risa enjuga una gota de tristeza.




Hay sentimientos arrogantes. 
Presumen de que no existen palabras que puedan definirlos.
La amistad es más humilde.
No las necesita.
Habita en los gestos.



Filias

Diego Alatriste


No era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente. Se llamaba Diego Alatriste y Tenorio, y había luchado como soldado de los tercios
 viejos 
en las guerras de Flandes
. Cuando lo conocí malvivía en 
Madrid, alquilándose por cuatro maravedís
 en trabajos
de otros que no tenían la destreza o los arrestos para solventar sus propias querellas. Ya saben: un marido cornudo por
poco lustre, a menudo en calidad de espadachín por cuenta 
aquí, un pleito o una herencia dudosa por allá, deudas de juego pagadas a medias y algunos etcéteras más. Ahora es fácil criticar eso; pero en aquellos tiempos la capital de las Españas era un lugar donde la vida había que buscársela a salto de mata, en una esquina, entre el brillo de dos aceros.

El capitán Alatriste, de Arturo Pérez Reverte.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Allende


Ha pasado mucho más de medio siglo, pero aún tengo grabado en la memoria el momento preciso en que Rosa, la bella, entró en mi vida, como un ángel distraído que al pasar me robó el alma. Iba con la Nana y otra criatura, probablemente alguna hermana menor. Creo que llevaba un vestido color lila, pero no estoy seguro, porque no tengo ojo para la ropa de mujer y porque era tan hermosa, que aunque llevara una capa de armiño, no habría podido fijarme sino en su rostro.

La casa de los espíritus, de Isabel Allende.



La noche era apacible. En la luz virginal se esfumaba el paisaje, se perdían los perfiles de los cerros y de los grandes eucaliptos envueltos en sombra. La choza se levantaba sobre la colina apenas visible en la suave penumbra, brotada del suelo como  un fruto natural. En comparación con la mina, su interior pareció a los jóvenes tan acogedor como un nido. Se acomodaron en un rincón sobre la hierba salvaje mirando el cielo estrellado en cuya bóveda infinita brillaba una luna de leche. Irene colocó la cabeza sobre el hombro de Francisco y lloró toda su congoja. El la rodeó con un brazo y así estuvieron mucho tiempo, horas quizás, buscando en la quietud y el silencio, alivio para lo que habían descubierto, fuerzas para lo que deberían soportar. Descansaron juntos escuchando el leve rumor de las hojas de los arbustos movidas por la brisa, el grito cercano de las aves nocturnas y el sigiloso tráfico de las liebres en los pastizales.
Poco a poco se aflojó el nudo que oprimía el espíritu de Francisco. Percibió  la belleza del cielo, la suavidad de la tierra, el olor intenso del campo, el roce de Irene contra su cuerpo.
Adivinó sus contornos y tomó conciencia del peso de su cabeza en su brazo, la curva de su cadera contra la suya, los rizos acariciándole el cuello, la impalpable delicadeza de su blusa de seda casi tan fina como la textura de su piel. Recordó el día en que la conoció, cuando su sonrisa lo deslumbró. Desde entonces la amaba y todas las locuras que lo condujeron a esa caverna eran sólo pretextos para  llegar finalmente a ese instante precioso en que la tenía para él, próxima, abandonada, vulnerable. Sintió el deseo como una oleada apremiante y poderosa. El aire se atascó en su pecho y su corazón se disparó en frenético galope. Olvidó al novio tenaz, a   Beatriz Alcántara, su incierto destino y todos los obstáculos entre los dos. Irene sería suya 
porque así estaba escrito desde el comienzo del mundo.
Ella notó el cambio en su respiración, levantó la cara y lo miró. En la tenue claridad de la luna cada uno adivinó el amor en los ojos del otro. La tibia proximidad de Irene envolvió a Francisco como un manto misericordioso. Cerró los párpados y la atrajo buscando sus labios, abriéndolos en un beso absoluto cargado de promesas, síntesis de todas las esperanzas,  largo, húmedo, cálido beso, desafío a la muerte, caricia, fuego, suspiro, lamento, sollozo de amor. Recorrió su boca, bebió su saliva, aspiró su aliento, dispuesto a prolongar aquel momento hasta el fin de sus días, sacudido por el huracán de sus sentidos, seguro de haber vivido hasta entonces nada más que para esa noche prodigiosa en la cual se hundiría para siempre en la más profunda intimidad de esa mujer. Irene miel y sombra, Irene papel de arroz, durazno, espuma, ay Irene la espiral de tus orejas, el olor de tu cuello, las palomas de tus manos, Irene, sentir este amor, esta pasión que nos quema en la misma hoguera, soñándote despierto, deseándote dormido. 
vida mía, mujer mía, Irene mía. No supo cuánto más le dijo ni qué susurró ella en ese murmullo sin pausa, ese manantial de palabras al oído, ese río de gemidos y sofocos de quienes hacen el amor amando.
En un destello de cordura él comprendió que no debía ceder al impulso de rodar con ella sobre la tierra quitándole la ropa con violencia y reventando sus costuras en la urgencia de su delirio. 
Temía que la noche fuera muy corta y la vida también para agotar ese vendaval. Con lentitud y cierta torpeza, porque le temblaban las manos, abrió uno por uno los botones de su blusa y descubrió el hueco tibio de sus axilas, la curva de sus hombros, los senos pequeños y la nuez de sus pezones, tal como los había intuido al sentir su roce en la espalda cuando viajaban en la moto, al verla inclinada sobre la mesa de diagramación, al estrecharla en el abrazo de un beso inolvidable. En la concavidad de sus palmas anidaron dos golondrinas tibias y secretas nacidas a la medida de sus manos y la piel de la joven, azul de luna, se estremeció al contacto. La levantó por la cintura, ella de pie y él arrodillado, buscó el calor  oculto entre sus pechos, fragancia de madera, almendra y canela; desató las cintas de sus sandalias y aparecieron sus pies de niña, que acarició reconociéndolos, porque los había soñado inocentes y leves. Le abrió el cierre del pantalón y lo bajó revelando el terso camino de su vientre, la sombra de su ombligo, la larga línea de la espalda que recorrió con dedos fervorosos, sus muslos firmes cubiertos de una impalpable pelusa dorada. La vio desnuda contra el infinito y con los labios trazó sus caminos, cavó sus túneles, subió sus colinas, anduvo sus valles y así dibujó los mapas necesarios de su geografía. Ella se arrodilló también y al mover la cabeza bailaron los oscuros mechones sobre sus hombros, perdidos en el color de la noche. Cuando Francisco se quitó la ropa fueron como el primer hombre y la primera mujer antes del secreto original. No había espacio para otros, lejos se encontraba la fealdad del mundo o la inminencia del fin, sólo existía la luz de ese encuentro.
Irene no había amado así, ignoraba aquella entrega sin barreras, temores ni reservas, no recordaba haber sentido tanto gozo, comunicación profunda, reciprocidad. Maravillada, descubría la forma nueva y sorprendente del cuerpo de su amigo, su calor, su sabor, su aroma, lo exploraba conquistándolo palmo a palmo, sembrándolo de caricias recién inventadas. Nunca había disfrutado con tanta alegría la fiesta de los sentidos, tómame, poséeme, recíbeme, porque así, del mismo modo, te tomo, te poseo, te recibo yo. Ocultó el rostro en su pecho aspirando la tibieza de su piel, pero él la apartó levemente para mirarla. El espejo negro y brillante de sus ojos devolvió su propia imagen embellecida por el amor compartido. Paso a paso iniciaron las etapas de un rito imperecedero. Ella lo acogió y él se abandonó, sumergiéndose en sus más privados jardines, anticipándose cada uno al ritmo del otro, avanzando hacia el mismo fin. Francisco sonrió en completa dicha, porque había encontrado a la mujer perseguida en sus fantasías desde la adolescencia y buscada en cada cuerpo a lo largo de muchos años: la amiga, la hermana, la amante, la compañera.
Largamente, sin apuro, en la paz de la noche habitó en ella deteniéndose en el umbral de cada sensación, saludando al placer, tomando posesión al tiempo que se entregaba. Mucho después, cuando sintió vibrar el cuerpo de ella como un delicado instrumento y un hondo suspiro salió de su boca para alimentar la suya, una formidable represa estalló en su vientre y la fuerza de ese torrente lo sacudió, inundando a Irene de aguas felices.
Permanecieron estrechamente unidos en tranquilo reposo, descubriendo el amor en plenitud, respirando y palpitando al unísono hasta que la intimidad renovó su deseo. Ella lo sintió crecer de nuevo en su interior y buscó sus labios en interminable beso. Con el cielo por testigo, arañados por los guijarros, cubiertos de polvo y hojas secas aplastadas en el desorden del amor, premiados por un inagotable ardor, una desaforada pasión, retozaron bajo la luna hasta que el alma se les fue en suspiros y sudores y murieron, por último, abrazados, con los labios juntos, soñando el mismo sueño. Habían iniciado una inexorable travesía.
Despertaron con las primeras luces de la mañana y el alboroto de los gorriones, deslumbrados por el encuentro de los cuerpos y la complicidad del espíritu. Entonces recordaron el cadáver de la mina y recuperaron el sentido de la realidad.
Con la arrogancia del amor compartido, pero aún temblorosos y asombrados, se vistieron, subieron a la motocicleta y recorrieron el camino a casa de los Ranquileo.

De amor y de sombra, de Isabel Allende.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Querido ser humano

El pozo

(de mierda)


A veces ocurre...
Que el ser humano se pregunta:

¿Debería sumergirme en aquel pozo de mierda?
¿Qué habrá en el fondo?
Aparte de mierda...
¿Qué habrá en el fondo?

Y se acerca.
Se tapa las narices y se acerca.
Dios, qué asco.
Y se acerca más.

No soporta contemplar tanto excremento.
Se tapa los ojos para no verla.
...  Y su nariz queda de nuevo al descubierto.
Joder, cómo huele a mierda

Y se acerca.
Se tapa la nariz y mira al cielo.
Y se tira.
Y dice:
Me he caído.

Y se sumerge.
Y descubre que en el fondo había mierda.

Y se pregunta...
¿Por qué todo me pasa a mi?

D.S

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Querido ser humano

Hay dos maneras de convivir con el talento de los que tenemos cerca:

Si solamente puedes ver en él tus carencias, se llama Envidia.
Te duele. 
Sólo a ti.
No te permite observar tus propias virtudes.
Tiene graves efectos secundarios.

Si lo miras con respeto y agrado, se llama Admiración.
Tú disfrutas.
El otro también.
Te deja tiempo y energía para crecer en tus propios talentos.
Efectos secundarios:
Seguridad, confianza y paz.
Mucha paz.

D.S

martes, 20 de septiembre de 2011

Filias

La triste figura


"... y espérame aquí hasta tres días no más, en los cuales, si no volviere, puedes tú volverte a nuestra aldea, y desde allí por hacerme merced y buena obra, irás al Toboso, donde dirás a la incomparable señora mía Dulcinea, que su cautivo caballero murió por acometer cosas que le hiciesen digno de poder llamarse suyo"

El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra.

Filias


Gabo



"Era todavía demasiado joven para saber que la memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y que gracias a ese artificio logramos sobrellevar el pasado. Pero cuando volvió a ver desde la baranda del barco el promontorio blanco del  barrio colonial, los gallinazos inmóviles sobre los tejados, las ropas de pobres tendidas a secar en los balcones, sólo entonces comprendió hasta qué punto había sido una víctima fácil de las trampas caritativas de la nostalgia."

El amor en los tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez

Filias

Querido don Miguel



Las cosas podían haber sucedido de cualquier otra manera y, sin embargo, sucedieron así. Daniel, el Mochuelo, desde el fondo de sus once años, lamentaba el curso de los acontecimientos, aunque lo acatara como una realidad inevitable y fatal. Después de todo, que su padre aspirara a hacer de él algo más que un quesero era un hecho que honraba a su padre.
Pero por lo que a él afectaba...

El Camino, de Miguel Delibes

martes, 30 de agosto de 2011

Querido ser humano

En crudo

Misterios sexuales


       ¿Por qué es vital para los hombres dejar clarísimo que no les gustan los otros hombres?

¿Por qué algunos hombres repudian y condenan la homosexualidad masculina y no ponen ningún reparo a la femenina?


¿Por qué creen algunos hombres que dos lesbianas están deseando que aparezcan ellos en la habitación, con el pene erecto?

¿Por qué preferimos pensar que las chicas guapas no cagan?

¿Cagan?

¿Por qué deseamos con tanta intensidad que el protagonista le de un beso a su amor de película?

¿Pensamos que nos van a besar a nosotros?

¿Por qué es tan excitante para los hombres heterosexuales contemplar o imaginar una relación sexual entre dos mujeres?

¿Es excitante para las mujeres heterosexuales contemplar o imaginar una relación sexual entre dos hombres?

¿Por qué algunos padres no soportan la idea de que sus hijas tengan relaciones sexuales en un futuro?

¿Por qué llaman cabrón al niño que, cuando crezca, le tocará las tetas a su hija?

¿Es una cabronada tocar las tetas?

¿Por qué los hombres siempre hacen la misma broma cuando tienen en la mano una salchicha?

Otros misterios

¿Por qué los padres y abuelos, hablan de sus hijos y nietos, aunque no venga a cuento?

¿Por qué los futbolistas siempre dicen las mismas cosas?

¿Por qué es imposible plegar un prospecto?

¿Por qué los hijos de los demás son tan fáciles de educar?

¿Por qué cuando decimos que no queremos ofender, el que escucha teme que estamos a punto de hacerlo?

¿Por qué, justo antes de criticar a alguien, aclaramos que es buena persona?

¿Por qué decimos que no hay prisa cuando nos deben dinero?

¿Por qué decimos “donde queráis” si nosotros queremos ir al cine?

¿Por qué no sabemos lo que teníamos que contestar al impertinente hasta que nos lo dice alguien que no estaba allí?

¿Por qué los turistas hacen tantas fotos?... Tantas, me refiero.

¿Por qué necesitamos saber el tiempo que va a hacer?

¿Por qué sufrimos tanto cuando hay buffet libre?

¿Por qué dan sueño los documentales?

¿Por qué nos da vergüenza ruborizarnos?

¿Por qué creemos que los demás piensan sobre nosotros exactamente aquello que creemos que piensan sobre nosotros?

¿Por qué no está prohibido vender productos que adelgazan?

¿Por qué no está prohibido decir a las chicas que las querrán más si están delgadas?

¿Por qué esperamos que los adolescentes actúen de un modo adulto?

¿Por qué comemos tanto?

¿Por qué se sobrentiende que te quiero y no se sobrentiende que estás tont@, o que la tortilla está quemada? ¿Piensas que eso no lo sé?

¿Por qué rechazamos los cumplidos?

¿Por qué nos da vergüenza pronunciar bien el inglés?

¿Por qué es políticamente correcto parecer idiota?

¿Por qué, al cocinar en presencia de otro, preguntamos cosas que sabemos perfectamente?

¿Por qué las madres hablan a las parturientas de lo mucho que sufrieron en sus partos?

¿Por qué lo celebramos todo comiendo, bebiendo y fumando como cosacos?

¿Por qué asumimos que el taxista nos va a timar?

¿Cuál es el drama? ¿Que el amor de tu vida quiera a otro, o ser un cornudo?

¿Por qué los guardias miran hacia otro lado cuando te estás excusando por tu infracción?

¿Por qué la gente habla en un tono bajito cuando habla de las depresiones?

¿Por qué son en plural? Las depresiones, digo.

¿Por qué es tan grave que alguien haya estado de psicólogos?

¿Por qué son en plural? Los psicólogos, digo.

¿Por qué decimos tantas veces que es la última vez que advertimos algo?

¿Por qué nos ponemos a dieta en lunes?

¿Por qué dejamos de fumar en lunes?

¿Por qué ninguno de los dos retos llega con vida al miércoles?

¿Por qué nos influyen tan poco las imágenes del hambre y la miseria?

¿Por qué buscamos culpables en lugar de soluciones?

¿De quién es la culpa?

¿Por qué nos dan miedo los extraños?

¿Por qué algunas personas, al llamar por error a tu teléfono, se enfadan e insisten en que ellos han marcado bien?

¿Por qué nos cagamos en la puta?

¿Por qué nos gusta escuchar en televisión las miserias de los demás?

¿Por qué nos las cuentan?

¿Por qué pensamos que el mendigo se va a gastar en vino el dinero que nos pide?

¿Por qué siempre me toca el asiento donde está la pata de la mesa?

¿Por qué siempre me cae la gota de limón en el ojo?

¿Por qué preguntamos “cómo estás” si después no dejamos contestar?

       ¿Por qué dan risa los pedos?


¿Por qué disfrutamos tomando el pelo a los que saben menos que nosotros?

¿Por qué nos da risa que alguien se caiga?

¿Por qué nos reímos cuando nos caemos, si no nos hace ninguna gracia?

¿Por qué pensamos que, como en nuestro pueblo, no se come en ningún otro?

¿Por qué gritamos al hablar con extranjeros?

¿Por qué pensamos que los extranjeros no tienen ni idea de lo que es bueno?

¿Por qué algúnos médicos se enfadan cuando te sigue haciendo daño?


¿Para qué narices quiere un niño el palo de hurgar en la garganta?

¿Por qué las madres dicen a las hijas cómo se hacen las cosas, aunque las hijas tengan sesenta años?

¿Por qué a los hijos no les dicen nada?

¿Por qué pensamos que nadie sabrá como darle la sémola a nuestro hijo?

¿Por qué las mujeres se sienten unas marranas y unas frescas por no tener la casa tan limpia como la tenían sus madres?

¿Por qué los hombres no se sienten unos marranos y unos frescos, aunque lo sean?

¿Por qué dicen los maridos que no saben poner una lavadora?

¿Por qué nos extraña que haya tanto maltratador?

¿Por qué dicen los obispos tantas tonterías?

¿Por qué el conservador tiene miedo al cambio?

¿Por qué las películas que muestran escenas violentas (tiro en la cabeza) son de acción y aquellas en las que sale un pene son porno duro?

¿Por qué los siete enanitos son unos guarros y unos desastrados y Blancanieves es tan feliz por limpiar la casa?

¿Quién se ocupó de la casa cuando Blancanieves se fue con el príncipe?
¿Hubo boda? ¿Viven en pecado?

¿Con quién aprendían los hombres a practicar el sexo si las mujeres llegaban vírgenes al matrimonio?

¿Por qué se llaman los Diez Mandamientos si son siete Prohibiciones y tres imposiciones?

¿Por qué según todos los maestros, todos los niños pueden, pero no quieren?

¿Por qué el fascismo no se ha extinguido todavía?

¿Por qué el nacismo no se ha extinguido todavía?

¿Por qué las personas, en las películas, dicen cosas que nadie dice en la vida real? Por ejemplo: “Ya hemos hablado suficiente de mí, ahora hablemos de ti”.

¿Por qué nos dicen que se puede aprender inglés, alemán o francés sin esfuerzo?

¿Por qué hablan tan raro los presentadores de las noticias?

¿Por qué los indios de las películas hablan castellano utilizando sólo los infinitivos?

Al horno

La persona normal.

Individuo perteneciente a la especie humana. Tiene graves problemas para plegar el prospecto de un medicamento después de leerlo. Suele meterlo en la caja a presión, acompañando esta acción de blasfemias y groserías. Cuando avisa de que no quiere ofender, termina diciendo algo ofensivo y antes de criticar al prójimo suele advertir que éste le parece buena persona. Aunque prefiera ir al cine no siempre lo dice. Termina yendo donde otros deciden, pero lo hace de morros porque quería ir al cine. Aunque niega tener prisa por cobrar una deuda, se enfada si tardan en pagarle. Algunos individuos se muestran autoritarios e intolerantes. Se ponen como fieras si los demás no quieren hacer lo mismo que ellos. Se complementan a la perfección con los que preferían el cine pero callaban.
Si llueve cuando está de vacaciones, está convencido de que la vida es injusta con él. Como el hombre del tiempo se confunda, además de maltratado se siente ofendido. Cuando nieva y el gobierno le aconseja quedarse en casa, hace caso omiso y sale; después, pasa la noche en un atasco a cinco bajo cero y acusa a las autoridades de falta de medios.
Dispone de gran cantidad y variedad de alimentos, pero se pone muy nervioso cuando acude a un buffet libre. Decidir entre el filete y el arroz provoca en su organismo una activación similar a la elección entre un audi y un mercedes. Dice que prefiere ver documentales a otros programas, pero cuando los ve se duerme profundamente. Hay consenso entre los de su especie en que los programas que más gustan son aquellos que menos audiencia tienen.
Como un día se encendió un cigarrillo y llegó el autobús, fuma para que el autobús venga. Tiende a asumir que el resto del mundo piensa de su persona exactamente aquello que teme que piensen. Cuando le critican, se altera y niega la crítica aunque la sepa cierta. Si le alaban, también se altera y se critica solo, aunque comparta la alabanza. Le da muchísimo apuro ruborizarse, algo que no deja de suceder hasta que no deja de importarle. Come muchísimo más de lo que necesita y consume sustancias que alteran sus sistemas perceptivo y emocional; presume de todo ello, pero también se siente sucio, culpable y detestable por haberlo hecho.
Aunque sepa idiomas, se muestra temeroso de pronunciarlos bien, porque otros pueden pensar que es un pedante; sabe la medida exacta del arroz pero en presencia de otros expertos se hace el ignorante y consulta; cuando da una opinión sobre un tema que conoce bien, comienza diciendo que no tiene ni idea. Estos y otros indicios dan a entender que, en ocasiones, parecer completamente idiota está muy bien visto por la sociedad humana. Sabe muchas más cosas de las que reconoce y bastantes menos de las que cree. A veces pide consejo sin que lo necesite; otras ignora lo que le recomiendan, aunque baje Dios a verlo y le aclare el misterio de la Santísima Trinidad. Asume que el taxista le va a timar, que el extraño lo va a joder y que lo harán porque  creen que es imbécil.
Los individuos femeninos que ya han tenido hijos cuentan a las embarazadas lo mal que lo pasaron en el parto. Entre los individuos masculinos, es políticamente correcto mostrar indiferencia ante los sentimientos. Algunos, si la persona a la que quieren los abandona, en vez de llorar se enfadan, se cagan en distintas cosas y amenazan con matar o matarse.
Cuando habla de enfermedades, en especial de problemas emocionales, lo hace con voz bajita y en plural: “Fulanita está con unas depresiones enormes y anda de psicólogos”.
Afirma muchísimas veces que es la última vez que dice algo, se pone a dieta en lunes y deja el tabaco el lunes. Ninguno de los dos retos suele alcanzar el miércoles.
Aunque se conmueve con facilidad, está acostumbrado a ver cómo los niños se mueren de hambre en las noticias. Suele buscar culpables en lugar de soluciones, teme a los extraños pero hace ver que los odia, se caga en la puta ¿¿¿??? y disfruta escuchando las miserias de otros en programas de televisión. Los otros disfrutan contándolas ante el país entero, pero se avergonzarían de acudir a un psiquiatra. Piensa que el mendigo se va a gastar el dinero en vino y se cree desgraciado porque le toca el asiento donde está la pata de la mesa. Pregunta al resto de gente: ¿cómo estás? y después le incomoda muchísimo que se lo expliquen.
Tiene un peculiar sentido del humor: le dan risa los pedos, que la gente se caiga y los congéneres con ojos rasgados (a estos últimos les sucede lo mismo con los congéneres de ojos redondos). Disfruta tomando el pelo al que considera más tonto que él y se ríe al tropezar, aunque generalmente no le hace ninguna gracia. Cuando una salchicha es grande, suele compararla en broma con un pene.
Frecuentemente, para el macho heterosexual, es importantísimo dejar patente que lo es, aunque nadie le pregunte. Habla con desprecio de maricones y  nenazas y le encanta contemplar una relación entre dos hembras. Algunos creen que las lesbianas están deseando que aparezcan ellos en la habitación, con el pene erecto. Los machos humanos que habitan la parte occidental del planeta, han visto demasiadas películas porno.
Ese mismo macho, cuando es padre de una niña, se pone nervioso al asumir que un día se le desarrollarán los órganos sexuales y experimentará las sensaciones que tanto gustan a él y su pareja. Se refiere al niño que un día crecerá y tocará el pecho de su hija como un cabrón. En la historia más reciente, las mujeres debían llegar vírgenes al matrimonio. Los hombres no ¿¿¿???
Por alguna razón, la especie prefiere pensar que las personas guapas no cagan.
En todos los pueblos del mundo se come mejor que en ningún sitio. Al comunicarse con extranjeros, suele gritar en infinitivo para que le entiendan mejor. Cree que el extraño no tiene idea de lo que es bueno hasta que conoce su aldea, barrio o ciudad.
Padres y madres dicen a sus hijas e hijos lo que han de hacer, aunque ya lo sepan hace cuarenta años. Algunas mujeres, generalmente mayores de cincuenta, se sienten unas marranas si la casa está ligeramente sucia. Los hombres no se sienten marranos, aunque suelen serlo. Éstos manejan a la perfección todos los electrodomésticos, en especial los mandos a distancia, la nevera y el aire acondicionado. Hay una excepción: la lavadora. Dicen no comprenderla aunque su funcionamiento es mucho más simple que el de la cadena musical. Muchas generaciones de hombres han crecido pensando que son más valiosos, respetables e importantes que las mujeres. Algunas instituciones sociales y religiosas siguen defendiendo esa idea.
Todos los que nacen terminan muriendo, pero no les gusta pensar en ello. Si alguien habla de morir, el resto se incomoda. El miedo a la muerte propia y ajena lleva a algunos individuos a acudir al médico semanalmente o a comprobar en internet que no tienen la enfermedad que temen; otros rezan, evitan pisar la raya de las baldosas, comprueban cinco veces que cerraron el gas o llaman por teléfono repetidamente al que salió de viaje. En contraste, corren demasiado en la carretera, incumplen las normas de circulación o toman alcohol antes de conducir; fuman, comen en exceso o se dejan morir de hambre porque se sientes inaceptables. Se matan porque pertenecen a distinto equipo, Dios o país. Piensan que las desgracias solamente ocurren en la tele y a otras personas.
Todo esto lo hacen aquellos individuos de la especie que se definen como normales.


D.S